miércoles, 6 de marzo de 2013

Juana


Ella es Juana vive en Tzhalchen en el municipio de Chenaló, Chiapas. Tzhalchen es una comunidad de cerca de 50 familias, está a media hora de Polhó y a poquito más de una hora de Acteal. Su casa está en lo alto de un monte, es de las más alejadas de la comunidad.  
Llegó a Tzahalchen cuándo tenía 13 años, porque contrajo matrimonio con un muchachito que conoció en la Iglesia de su comunidad, el tenía apenas 14 y el decidió proponerle matrimonio porque había quedado huérfano a los 9 años y necesitaba una esposa para que moliera el maíz e hiciera las tortillas mientras él iba al campo sino "esta difícil". Así que decidió irse a trabajar a la ciudad y conseguir los $10,000 que se necesitan para la fiesta, regresó y encontró a Juana. Son muy felices. Juana, mientras su esposo está en el campo, sale a las 5 am a moler el maíz, hace tortillas y cuida a su hija y nietos, los demás hijos migrarón a la ciudad o  los Estados Unidos.
Yo la conocí un Domingo después de un oficio religioso en la comunidad, estaba sonriente y al finalizar la ceremonia nos quería invitar a su casa, Chía y yo la acompañamos ese mismo día, no para quedarnos a comer, si no para saber llegar al día siguiente que iríamos a desayunar. Le pregunté si era cerca, me contestó: " Si nomás está aquí luego lueguito", le daba pena hablar español pero nos sacó plática en el camino. Cuándo ví que "luego, lueguito" no llegaba, volvía preguntar y me contesto: "Aquí, aquí" y aquí no llegaba, mientras Chía y yo ya bofeabamos ella seguí enterita platicandonos sobre su historia y familia. Por fín llegamos, era una casa como todas las demás  un cuarto grande de madera con unas sillitas al rededor de un fogón y tablas que por la noche se convierten en camas. Entramos y ella muy apenada dijo "es una cochinada" estaba muy apenada, Chía le dió unas bonitas palabras que quisiera recordar pero lo único que recuerdo fue un intercambio de sonrisas y la sensación de esa calidez que se da entre mujeres en la cocina, nos sentamos y comenzamos a platicar, olvidando que nuestro propósito era "agendar nuestra cita" para el almuerzo. Comimos una limas y nos regaló una penca de plátano y Chía y yo regresamos contentas a encontrarnos con los demás para la hora de la comida. 
Al día siguiente, muy temprano (según nosotros) fuimos a casa de Juana. Llegamos y ya nos esperaba una olla de café, obvio cosechado, tostado y molido por ella. Mientras ponía las tortillas y hacía arroz, nos contó su historia... Ella no conoce a muchas personas de su comunidad y la mayoría del tiempo hace labores de la casa, pero también juega un papel importante en el trabajo del café, ya que ella lo seca, además del café cultiva frijoles junto con una de sus nueras y le gusta mucho asistir a los oficios. Cuándo llega gente nueva, le gusta que visiten su casa y nos contó que enseño a unos "campamentistas alemanes" a hablar español. Mientras seguía la plática, nos dejó hacer tortillas y con una carcajada discreta nos dejó muy en claro que no estamos listas para encargarnos de una desayuno y mucho menos para casarnos, como muchas veces me dijo María. Desayunamos, como siempre en Tzhalchen, delicioso: arroz, frijoles negros, tortillas y café. Y para los que aún tuvieran un huequito un traguito de Pozol (agua con masa de maíz) Después de la sobre mesa acompañamos a Juana a secar el café, tenía dos sacos para llevar. El café se seca en platafornas de cemento que hay al lado de las casas, en está ocasión la plataforma estaba bajando un poco el monte. Dos de mis compañeros, haciendo honor a su caballerosidad, se ofrecieron a ayudar pero para la sorpresa de todos y de Juana no pudieron los costales. Sonrío, tomo un mecate y lo puso en su frente con el costal colgando a su espalda y lo cargo sin titubear, nosotros sorprendidos y apenados la seguimos por una camino estrecho y de bajada en el que varías veces resbalé. Ella bajaba con si tuviera alitas en los pies, sin ninguna dificultad. 
Llegamos a la plataforma y pusimos a secar el café, es una experiencia increíble, tocar el oro verde con las manos y con los pies, ponerlo a la disposición del sol para que éste haga su trabajo. Un vez que lo dejamos secar nos sentamos a la sombra a seguir platicando: Juana siempre tenía que platicar, mientras elogiábamos sus tenzas con listones nos veía el despeinado que traíamos y se ofreció a peinarnos. 
Fue un instante íntimo increíble, por un instante sentí esa conexión del espíritu en el que todos somos todo, hermanos, almas, humanos, familia, comunidad. Ese encuentro con el otro auténtico en la confianza dónde no exíste el interés si no el amor y compartir la vida, eso me recordó Juana, en ella vía Dios y entendí el verdadero mensaje de "amense los unos a los otros como yo los he amado" y como en la sencillez de la cotidaneidad se encuentra la felicidad. Gracias Juana, porque no te quedas en Tzahalchen, porque te dejas ver en cada persona que me regala una sonrisa desinteresada, porque te encuentro en cada oído atento y en cada amigo verdadero....


El sonido del silecio : Resistencia Civil!

 
He estado revisando todo lo que leí y escribí en mi viaje a Chiapas y encontré el corazón de aquello que me movió a esa realiadad que pareciera paralela; acá en nuestro contexto Actal, el EZLN, la resistencia civil parecieran puntos asilados de una lucha sinsentido. Estamos tan ocupados en las cosas "realmente importantes" de la vida como pasar las materias de la universidad, conseguir un buen trabajo, pagar las deudas, que lo demás estorba... Ha sifo fascinante entender mi relidad y saberme parte de ella "sólo se vive en la conciencia" lo demás es mera supervivencia... Aquí la 5° declración de la Selva Lacandona,  no completa pero si como una invitación a leer las demás y a destaparnos los ojos y abrir los oídos ante una guerra actual que se vive en el sureste... una guerra en la que las únicas armas son las de los "defensores de la patria" y la única manera de defensa es el ayuno y la oración: la resistencia civil! 
 
V DECLARACION DE LA SELVA LACANDONA
 
Hoy decimos: ¡Aquí estamos! ¡Resistimos!
"Nosotros somos los vengadores de la muerte.
Nuestra estirpe no se extinguirá mientras
haya luz en el lucero de la mañana"
Popol Vuh
Hermanos y hermanas.
No es nuestra la casa del dolor y la miseria. Así nos la ha pintado el que nos roba y engaña.
No es nuestra la tierra de la muerte y la angustia.
No es nuestro el camino de la guerra.
No es nuestra la traición ni tiene cabida en nuestro paso el olvido.
No son nuestros el suelo vacío y el hueco cielo.
Nuestra es la casa de la luz y la alegría. Así la nacimos, así la luchamos, así la creceremos.
Nuestra es la tierra de la vida y la esperanza.
Nuestro el camino de la paz que se siembra con dignidad y se cosecha con justicia y libertad. 

I. La resistencia y el silencio
Hermanos y hermanas.
Nosotros entendemos que la lucha por el lugar que merecemos y necesitamos en la gran Nación mexicana, es sólo una parte de la gran lucha de todos por la democracia, la libertad y la justicia, pero es parte fundamental y necesaria. Una y otra vez, desde el inicio de nuestro alzamiento el 1 de enero de 1994, hemos llamado a todo el pueblo de México a luchar juntos y por todos los medios, por los derechos que nos niegan los poderosos. Una y otra vez, desde que nos vimos y hablamos con todos ustedes, hemos insistido en el diálogo y el encuentro como camino para andarnos. Desde hace más de cuatro años nunca la guerra ha venido de nuestro lado. Desde entonces siempre la guerra ha venido en la boca y los pasos de los supremos gobiernos. De ahí han venido las mentiras, las muertes, las miserias.
Consecuentes con el camino que ustedes nos pidieron andar, dialogamos con el poderoso y llegamos a acuerdos que significarían el inicio de la paz en nuestras tierras, la justicia a los indígenas de México y la esperanza a todos los hombres y mujeres honestos del país.
Estos acuerdos, los Acuerdos de San Andrés, no fueron producto de la voluntad única de nosotros, ni nacieron solos. A San Andrés llegaron representantes de todos los pueblos indios de México, ahí estuvo su voz representada y planteadas sus demandas. Estuvo brillando su lucha que es lección y camino, habló su palabra y su corazón definió.
No estuvieron solos los zapatistas en San Andrés y sus acuerdos. Junto y detrás de los pueblos indios del país estuvieron y están los zapatistas. Como ahora, entonces sólo fuimos parte pequeña de la gran historia con rostro, palabra y corazón del náhuatl, paipai, kiliwa, cúcapa, cochimi, kumiai, yuma, seri, chontal, chinanteco, pame, chichimeca, otomí, mazahua, matlazinca, ocuilteco, zapoteco, solteco, chatino, papabuco, mixteco, cuicateco, triqui, amuzgo, mazateco, chocho, izcateco, huave, tlapaneco, totonaca, tepehua, popoluca, mixe, zoque, huasteco, lacandón, maya, chol, tzeltal, tzotzil, tojolabal, mame, teco, ixil, aguacateco, motocintleco, chicomucelteco, kanjobal, jacalteco, quiché, cakchiquel, ketchi, pima, tepehuán, tarahumara, mayo, yaqui, cahita, ópata, cora, huichol, purépecha y kikapú.
Como entonces, hoy seguimos caminando junto a todos los pueblos indios en la lucha por el reconocimiento de sus derechos. No como vanguardia ni dirección, sólo como parte.
Nosotros cumplimos nuestra palabra de buscar la solución pacífica.
Pero el supremo gobierno faltó a su palabra e incumplió el primer acuerdo fundamental al que habíamos llegado: el reconocimiento de los derechos indígenas.
A la paz que ofrecíamos, el gobierno opuso la guerra de su empecinamiento.
Desde entonces, la guerra en contra nuestra y de todos los pueblos indios ha seguido.
Desde entonces, las mentiras han crecido.
Desde entonces se ha engañado al país y al mundo enteros simulando la paz y haciendo la guerra contra todos los indígenas.
Desde entonces se ha tratado de olvidar el incumplimiento de la palabra gubernamental y se ha querido ocultar la traición que gobierna las tierras mexicanas. 

II. Contra la guerra, no otra guerra sino la misma resistencia digna y silenciosa
Mientras el gobierno descubría a México y al mundo su voluntad de muerte y destrucción, los zapatistas no respondimos con violencia ni entramos a la siniestra competencia para ver quién causaba más muertes y dolores a la otra parte.
Mientras el gobierno amontonaba palabras huecas y se apresuraba a discutir con un rival que se le escabullía continuamente, los zapatistas hicimos del silencio un arma de lucha que no conocía y contra la que nada pudo hacer, y contra nuestro silencio se estrellaron una y otra vez las punzantes mentiras, las balas, las bombas, los golpes. Así como después de los combates de enero de 94 descubrimos en la palabra un arma, ahora lo hicimos con el silencio. Mientras el gobierno ofreció a todos la amenaza, la muerte y la destrucción, nosotros pudimos aprendernos y enseñarnos y enseñar otra forma de lucha, y que, con la razón, la verdad y la historia, se puede pelear y ganar... callando.
Mientras el gobierno repartía sobornos y mentía apoyos económicos para comprar lealtades y quebrar convicciones, los zapatistas hicimos de nuestro digno rechazo a las limosnas del poderoso un muro que nos protegió y más fuertes nos hizo.
Mientras el gobierno mostraba señuelos con riquezas corruptas e imponía el hambre para rendir y vencer, los zapatistas hicimos de nuestra hambre un alimento y de nuestra pobreza la riqueza del que se sabe digno y consecuente.
Silencio, dignidad y resistencia fueron nuestras fortalezas y nuestras mejores armas. Con ellas combatimos y derrotamos a un enemigo poderoso pero falto de razón y justicia en su causa. De nuestra experiencia y de la larga y luminosa historia de lucha indígena que nos heredaron nuestros antepasados, los habitantes primeros de estas tierras, retomamos estas armas y convertimos en soldados nuestros silencios, la dignidad en luz, y en muralla nuestra resistencia.
No obstante que, en el tiempo que duró este nuestro estar callado, nos mantuvimos sin participar directamente en los principales problemas nacionales con nuestra posición y propuestas; aunque el silencio nuestro le permitió al poderoso nacer y crecer rumores y mentiras sobre divisiones y rupturas internas en los zapatistas, y trató de vestirnos con el traje de la intolerancia, la intransigencia, la debilidad y la claudicación; pese a que algunos se desanimaron por la falta de nuestra palabra y que otros aprovecharon su ausencia para simular ser voceros nuestros, a pesar de estos dolores y también por ellos, grandes fueron los pasos que adelante nos anduvimos y vimos.
Vimos que ya no pudieron mantener callados a nuestros muertos, muertos hablaron los muertos nuestros, muertos acusaron, muertos gritaron, muertos se vivieron de nuevo. Ya no morirán jamás los muertos nuestros. Estos muertos nuestros siempre nuestros y siempre de los todos que se luchan.
Vimos a decenas de los nuestros enfrentarse con manos y uñas contra miles de armas modernas, los vimos caer presos, los vimos levantarse dignos y dignos resistir. Vimos a miembros de la sociedad civil caer presos por estar cerca de los indígenas y por creer que la paz tiene que ver con el arte, la educación y el respeto. Les vimos, ya moreno su corazón de lucha y ya hermanos nuestros los vimos.
Vimos a la guerra venir de arriba con su estruendo y vimos que pensaron que responderíamos y ellos harían el absurdo de convertir nuestras respuestas en argumentos para aumentar su crimen. Y trajo la guerra el gobierno y no obtuvo respuesta alguna, pero su crimen siguió. Nuestro silencio desnudó al poderoso y lo mostró tal y como es: una bestia criminal. Vimos que nuestro silencio evitó que la muerte y la destrucción crecieran. Así se desenmascararon los asesinos que se esconden tras los ropajes de lo que ellos llaman el "estado de derecho". Arrancado el velo tras el que se escondían, aparecieron los tibios y pusilánimes, los que juegan con la muerte por ganancias, los que ven en la sangre ajena una escalera, los que matan porque al matador aplauden y solapan. Y el que gobierna se despojó de su último e hipócrita ropaje. ``La guerra no es contra los indígenas'', dijo mientras perseguía, encarcelaba y asesinaba indígenas. Su propia y personal guerra lo acusó de asesino mientras nuestro silencio lo acusaba.
Vimos al poderoso gobierno irritarse al no encontrar ni rival ni rendición, lo vimos entonces volverse contra otros y golpear a los que no tienen el mismo camino que nosotros pero levantan idénticas banderas: líderes indígenas honestos, organizaciones sociales independientes, mediadores, organismos no gubernamentales consecuentes, observadores internacionales, ciudadanos cualquiera que quieren la paz. Vimos a todos estos hermanos y hermanas ser golpeados y los vimos no rendirse. Vimos al gobierno pegar a todos y, queriendo fuerzas restar, sumar enemigos lo vimos.
Vimos también que el gobierno no es uno ni es unánime la vocación de muerte que su jefe luce. Vimos que dentro tiene gente que quiere la paz, que la entiende, que necesaria la ve, que la mira imprescindible. Callados nosotros, vimos que otras voces dentro de la máquina de guerra hablaron para decir no a su camino.
Vimos al poderoso desconocer su propia palabra y mandar a los legisladores una propuesta de ley que no resuelve las demandas de los más primeros de estas tierras, que la paz aleja, y que defrauda las esperanzas de una solución justa que acabe con la guerra. Lo vimos sentarse a la mesa del dinero y ahí anunciar su traición y buscar el apoyo que los de abajo le niegan. Del dinero recibió el poderoso aplausos, oro, y la orden de acabar con los que hablan montañas. "Que mueran los que tengan que morir, miles si es necesario, pero que se acabe ese problema", así habló el dinero al oído del que dice que gobierna. Vimos que esa propuesta incumplía con lo ya reconocido, con nuestro derecho a gobernar y a gobernarnos como parte de esta Nación.
Vimos que esa propuesta nos quiere romper en pedazos, nos quiere quitar nuestra historia, nos quiere borrar la memoria, y olvida la voluntad de todos los pueblos indios que se hizo colectiva en San Andrés. Vimos que esa propuesta trae la división y la ruptura de la mano, destruye puentes y borra esperanzas.
Vimos que a nuestro silencio se sumó la voluntad de gentes y personas buenas que, en los partidos políticos, levantaron voz y fuerza organizada en contra de la mentira, y así parar se pudo la injusticia y la simulación que se pretendían como ley constitucional de derechos indios y no era mas que ley para la guerra.
Vimos que, callando, mejor podíamos escuchar voces y vientos de abajo, y no sólo la ruda voz de la guerra de arriba.
Vimos que callando nosotros, el gobierno sepultó la legitimidad que dan la voluntad de paz y la razón como ruta y paso. El hueco de nuestra palabra ausente señaló la vacía y estéril palabra del que mandando manda, y se convencieron otros que no nos escuchaban y que con desconfianza nos miraban. Así, en muchos se afirmó la necesidad de la paz con la justicia y la dignidad como apellidos.
Vimos a esos todos que son los otros como nosotros, buscarse y buscar otras formas para que la paz volviera al terreno de las posibles esperanzas, construir y lanzar iniciativas los vimos, los vimos crecerse. Los vimos llegar hasta nuestras comunidades con ayuda haciéndonos saber que no estamos solos. Los vimos protestar marchando, firmando cartas, desplegados, pintando, cantando, escribiendo, llegando hasta nosotros. Los vimos también proponer diálogo con ellos, el verdadero, no el que se simula por la voluntad del poderoso. Vimos también que algunos fueron descalificados por la intolerancia de quienes más tolerantes ser debieran.
Vimos a otros que antes no vimos. Vimos que la lucha por la paz sumó ella, y no nosotros, a gentes nuevas y buenas, hombres y mujeres que, pudiendo optar por el cinismo y la apatía, eligieron el compromiso y la movilización.
A todos en silencio vimos, en silencio saludamos nosotros a los que buscaron y abrieron puertas, y en silencio les construimos esta respuesta.
Vimos a hombres y mujeres nacidos en otros suelos sumarse a la lucha por la paz. Vimos a unos desde sus propios países tender el largo puente del "no están solos", los vimos movilizarse y repetir el "¡Ya basta!", primero los vimos imaginar y realizar reclamos de justicia, marchar como quien canta, escribir como quien grita, hablar como quien marcha. Vimos todos esos destellos rebotar en los cielos y llegar a nuestras tierras con todos los nombres con los que José se nombra, con los rostros de los todos que en todos los mundos lugar para todos quieren.
Vimos a otros cruzar el largo puente y, desde sus suelos, llegar hasta los nuestros después de saltar fronteras y océanos, para observar y condenar la guerra. Los vimos llegar hasta nosotros para hacernos saber que no estamos solos. Los vimos ser perseguidos y hostigados como nosotros. Los vimos ser golpeados como nosotros. Los vimos ser calumniados como nosotros lo somos. Los vimos resistir como nosotros. Los vimos quedarse aunque los fueran. Los vimos en sus suelos hablando lo que miraron sus ojos y mostrar lo que escucharon sus oídos. Seguir luchando los vimos.
Vimos que callando, más fuerte habló la resistencia de nuestros pueblos en contra del engaño y la violencia.
Vimos que en silencio también nos hablamos como lo que realmente somos no como el que trae la guerra, sino como el que busca la paz, no como el que su voluntad impone, sino como el que un lugar donde quepan todos anhela, no como el que está solo y simula muchedumbre a su lado, sino como el que es todos aun en la silenciosa soledad del que resiste.
Vimos que nuestro silencio fue escudo y espada que hirió y desgastó al que la guerra quiere y guerra impone. Vimos que nuestro silencio hizo resbalar una y otra vez a un poder que simula paz y buen gobierno, y que su poderosa máquina de muerte una y otra vez se estrelló contra el silencioso muro de nuestra resistencia. Vimos que en cada nuevo ataque menos ganaba y más perdía. Vimos que no peleando peleábamos.
Y vimos que la voluntad de paz también callando se afirma, se muestra y convence.....

Hermanos y hermanas:
Ha pasado ya el tiempo en que la guerra del poderoso habló, no dejemos que hable más.
Es ya el tiempo de que hable la paz, la que merecemos y necesitamos todos, la paz con justicia y dignidad.
Hoy, 19 de julio de 1998, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional suscribe esta Quinta Declaración de la Selva Lacandona. Invitamos a todos a conocerla, difundirla y a sumarse a los esfuerzos y tareas que demanda.

¡DEMOCRACIA!
¡LIBERTAD!
¡JUSTICIA!
Desde las montañas del Sureste Mexicano
Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General
del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
México, Julio de 1998.


Encuentras las demás y esta completa: 
http://www.nodo50.org/pchiapas/chiapas/documentos/selva.htm